Si tuviera que poner un adjetivo a estas fechas navideñas elegiría, sin duda, el de edulcorado. En estos días todo parece tener una ración doble de azúcar. Y no me refiero sólo a todos los productos típicos que llenan nuestras mesas. El azúcar pareciera también rociar nuestra alma durante estos días, dejándonos un montón de sentimientos de afecto y buenos deseos para con los demás.
En estos días se amontonan reuniones, comidas, actos benéficos, felicitaciones etc. como si se hubiese abierto la veda a nuestro corazón y como si intuyésemos que una vez pasadas estas fechas desparecerá de nosotros ese interés por querer un poco más a los demás.
En mi caso, reconozco que en estas fechas suben hasta mi epidermis un montón de sentimientos y deseos que me empujan a vivir de una manera más fraterna y me ayudan a conectarme con mis semejantes. Sé que durarán lo que duren estas fechas, en el mejor de los casos. Pero también sé que estos sentimientos fugaces, edulcorados, me ayudan a discernir el trigo de la paja, a colocar en el centro de mi vida lo verdaderamente importante. Me ayudan, mejor que cualquier análisis sesudo, a descubrir el modo más derecho de ser feliz. Estos sentimientos me revelan lo que yo ya sé: que vivir merece la pena si se hace para los demás.
Por supuesto, luego necesitaré durante el año una dosis extra de perseverancia, firmeza, para mantenerme fiel a este propósito. Pero todo sería en balde sin esos sentimientos que me descubren el sentido verdadero de mi vida.
No sé si seré el primero en comentar tu blog, pero me alegra enormemente que hayas superado la procrastinación que te invadía y con un poco de retraso, eso sí, has publicado tu primer pensamiento-sentimiento. Un abrazo. Un gtdiano precoz
ResponderEliminarSí. A mi me lo dijeron cuando era pequeño: "Ama al prógimo". Pero esa frase era muy elevada, por eso nunca llegué a entenderla. Sólo cuando la agarras y la pones en el suelo, cuando la tocas, sabes a qué se refiere: "Servir a los demás". Nunca me he sentido más despierto que cuando salgo de mi particular "sala de los espejos", en la que sólo me veo a mismo, y me vuelvo compasivo, caritativo y generoso. La Navidad nos lo recuerda a todos, a los que somos conscientes y a los que sólo pueden intuirlo:Feliz Navidad a todos.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog, Alfonso.
Josema